Material de apoyo Unidad V-Aproximaciones al
análisis de clase y los antagonismos en las sociedades latinoamericanas
contemporáneas. Díaz Polanco: Etnia, clase y cuestión nacional.
Una de las cuestiones centrales
para el análisis de las sociedades latinoamericanas es la relación entre etnia
y clase. Justamente en México es uno de los países latinoamericanos donde esta
cuestión se hace más evidente. México es el país latinoamericano con mayor
población, según datos del Banco Mundial para 2019 alcanzaban a 27,5 millones
de personas representando al 20% de la población total del país. Asimismo este
país ha pasado por un proceso revolucionario con una fuerte participación
popular en 1910.
El Estado nacional mexicano tras
la revolución de 1910 fue adquiriendo una matriz indigenista, lo que llevó a
incorporar a los pueblos indios como parte de su historia, primeros habitantes
y fundadores de la nación. Pero a pesar de esta valoración y de haber
participado en la revolución, los pueblos originarios quedaron marginados de
las estructuras gubernamentales. Se tenía una visión sobre ellos como sujetos de
asistencia pública hasta que superaran su “estado de atraso”. De esta manera,
se los anulaba como sujetos capaces de emprender su propio camino. Aunque este
no fue el único trato recibido, ya que el tipo de democracia establecida por el
partido político mexicano más duradero en el poder, el Partido Revolucionario
Institucional, implicó un continuo proceso de integración y exclusión de todos
los disidentes del régimen en general. Por ello, la integración de las
distintas etnias se produjo bajo la particularidad de los cacicazgos,
continuando el modelo colonial de integración-resitencia.
Por ello, Díaz Polanco señala que
históricamente se pensaba que como consecuencia de desarrollo, de las
unificaciones nacionales, las diferencias étnicas y nacionales tenderían
gradualmente a desaparecer produciéndose una mayor homogeneización. Desde el
punto de vista conservador se señalaba que los pueblos que mostraban rasgos
diferentes y particulares se encontraban en fases atrasadas y que estas
diferencias iban a ir desapareciendo gracias al progreso. En cambio, desde el
marxismo se pensaba que las particularidades de las minorías nacionales
regionales o étnicas serían absorbidas por los grandes conjuntos nacionales que
se constituían en Estados, haciéndolas también desaparecer. De la misma manera
los propios contrastes nacionales tendían a desaparecer con el desarrollo del
capitalismo y que la toma del poder por el proletariado enfatizaría esta
situación aún más.
Pero, la historia ha demostrado
la falencia de estas teorías, muchos de estos pueblos considerados
prácticamente como ruinas han mostrado una vitalidad imprevista, incluso de
carácter revolucionario. Esto puede verse tanto en la rebelión zapatista que ha
conformado una organización política autónoma del Estado de México, en una
región de tamaño similar a Bélgica. Como en las rebeliones de principios de
siglo XXI en Bolivia (primera y segunda guerra del agua, guerra del gas) que de
alguna manera fue el antecedente para que por primera vez en la historia
latinoamericana un indígena llegara a presidente.
Claramente la cuestión étnica es
fundamental, aunque nos encontramos von cuatro enfoques fundamentales:
1. Aquel
que no reconoce lo étnico como un fenómeno relevante desde el punto de vista
social o político. Propone el análisis y la acción basados exclusivamente desde
la perspectiva de las clases sociales. El resultado es una sustitución de la
etnia por la clase.
2. Es
una inversión del anterior. Se sostiene que el fenómeno étnico no solo es
irreductible a la problemática clasista, sino que además el análisis de clase
es irrelevante para el entendimiento del primero. Tal punto de vista se
sustenta en la tesis que el fenómeno étnico es independiente de la estructura
de clases de la sociedad. Es decir, lo étnico es una esfera específica y
particular de la sociedad que no es impactada por la dinámica estructural,
además de que lo étnico es anterior a la aparición de las clases.
3. Se
postula que se tratan de fenómenos distintos, pero que si se atraviesan
procesos adecuados unos tienen que transformarse en el otro: lo étnico debe evolucionar
hacia lo clasista; y lo clasista prefigura aquello en lo que debería
convertirse lo étnico. Este enfoque corresponde a la visión burguesa que
observa al fenómeno étnico como una fase en el curso del desarrollo capitalista
que será finalmente superada. En una versión más elaborada de la misma tesitura
a este proceso se le llamará “integración”, pasando estos grupos de esta manera
a formar parte de la “nación”. Lo básico de la integración radicará en que los
indígenas se convertirán en proletarios, es decir, venderán su fuerza de
trabajo por un salario.
4. Se
comienza postulando que etnia y clase “no son del mismo orden”, por tratarse de
uno se debe esperar, como plantea el indigenismo que de la condición étnica se
pasará directamente a la clase, pues sencillamente lo étnico no es una etapa
provisoria. Se desea enfatizar de esta manera las especificidades de lo étnico,
apoyándose en una postura antirreduccionista. Pero esta postura al mantener los
dos órdenes separados termina por desvincular el fenómeno étnico de la
estructura socioeconómica en la que se inserta y se hace independiente de la
conformación clasista de la sociedad. Otra vez nos volvemos a encontrar con la
bipolaridad sin solución para la
problemática básica, la cuestión de su relación histórico-cultural.
Por esto es necesario definir la
especificidad del fenómeno étnico. Y en este sentido lo étnico no es más que las
muy variables formas en que se articulan y estructuran concretamente los
elementos de orden sociocultural. Por ello, de acuerdo a esta definición no se
debe atribuir la cualidad étnica exclusivamente a ciertos grupos o conjuntos
sociales. Todo grupo social constituido
posee su etnicidad propia. O dicho de otra manera, la etnicidad debe ser
considerada como una dimensión de las clases, o como un nivel de las mismas. Toda clase o grupo social posee una
dimensión étnica propia.
Los distintos componentes o
dimensiones que configuran la naturaleza de las clases sociales permiten
desarrollar formas de identidad y solidaridad en diferentes escalas. Estas
formas de identidad social son muy variables, pueden desarrollarse a partir de
componentes étnicos. En el momento que esto sucede y sus condiciones de
ocurrencia dependen de factores históricos concretos estamos justamente ante
una etnia o un grupo étnico. Este se
caracteriza por ser un grupo social que ha desarrollado una fuerte solidaridad
o identidad social a partir de los componentes étnicos. En base a esa
identidad puede definirse como tal y además establecer la diferencia o el
contraste respecto a otros grupos.
La étnica es el grupo social que
ha desarrollado formas de identidad enfatizando los componentes étnicos. Por
ello, lo étnico no es un elemento extraño al clasista y los grupos étnicos no
pierden por ser tales su carácter y raíz de clase.
Señala Díaz Polanco que es
justamente porque la etnicidad no es realmente ajena a las clases y porque los
grupos étnicos no dejan de vincularse en la estructura de la sociedad que el
adecuado conocimiento histórico del fenómeno étnico en las sociedades complejas
debe adoptar como punto de partida analítico la composición clasista de la formación
concreta de que se trate.
Si comprendemos a la etnicidad
como una dimensión de las clases, es posible determinar que podría haber diferentes
formas étnicas particulares dentro de una misma clase social. Y estas dimensiones
étnicas pueden ser útiles para la caracterización de ciertos subconjuntos
clasistas. Este parece ser el caso de los grupos indígenas en América Latina,
que conforman grupos étnicos particulares, aunque sean parte de la clase social
que podríamos denominar campesinado.
También es posible que la misma
configuración étnica sirva de cúpula a varias clases sociales articuladas, una
estructura clasista en una formación social concreta. Estaríamos en presencia
entonces de una nacionalidad, por lo tanto, la etnicidad puede ser el sustento
tanto de las etnias como de las nacionalidades; pero es importante
distinguirlas, pues se trata de entidades distintas. La nacionalidad constituye
una formación clasista que desarrolla una identidad propia sobre la base de
componentes étnicos y que tiende a definir un proyecto de autodeterminación,
precisamente porque se encuentra integrada en un espacio estatal que no acepta
como propio, su tendencia en cuanto movimiento nacional es crear un
Estado-Nación distinto. Por ello aparece una entidad oprimida lo que fortalece
la solidaridad nacional y favorece a los movimientos orientados a realizar el
proyecto de autodeterminación. Se puede tomar como ejemplo de esto el
Movimiento Katarista en Bolivia que lideraba Felipe Quispe, éste movimiento
recuperaba las luchas de Tupac Katari y Zárate Willka, pero no como constitucionalistas,
ni reformadores del Estado colonial, sino como luchadores que planteaban que la
única manera de conseguir la liberación indígena es reconstituyendo la sociedad
de antes de la colonia. Esta posición diagnosticaba la existencia de dos
bolivias: una criolla-mestiza, que es precisamente la nación dominante, la que
expresa la cultura legítima de las elites; otra indígena mayoritaria, despojada
de poder, despojada de los recursos y sometida a la exclusión. Esta posición se
conoce como “autodeterminista”, porque plantea el derecho a la plena
autodeterminación de las naciones indígenas.
Para finalizar con Díaz Polanco,
es importante recordar los prejuicios de los que debemos desembarazarnos a la
hora de analizar las luchas de los grupos étnicos:
·
Exigir a los grupos oprimidos que adopten el
proyecto proletario como requisito previo para recibir el apoyo revolucionario,
terminan por alejarlo de éste.
·
La viabilidad de los movimientos dependerá del
grado de la misma lucha que realicen los pueblos.
·
Las cuestiones étnicas y nacionales no pueden
ser aplazadas hasta la consecución del socialismo. Debe realizarse de inmediato
con el apoyo del movimiento revolucionario.