martes, 31 de marzo de 2020

Texto de Apoyo Unidad I (primera parte)


Texto de Apoyo Unidad I (primera parte)

1era Clase. El nacimiento teórico de la problemática antagonismo-clase social.

La primera Unidad del programa tiene 3 núcleos temáticos que permiten organizar la lectura de los textos: el origen que liga el pensamiento dialéctico con la emergencia de la sociedad moderna de clases; la especificidad de la categoría clase respecto de otras formas de diferenciación y jerarquía sociales; la naturaleza del objeto “clase” y sus particularidades distintivas como fenómeno sociológico.

Cerca de la revolución: dialéctica y clases; Hegel y Marx

Aunque las nociones de antagonismo y clase están inextricablemene ligadas a la tradición marxiana, una revisión más atenta de la historia de las ideas nos conduce a las protoformas del pensamiento social crítico: la dialéctica hegeliana como el módulo teórico que tiene su centro de gravedad en el antagonismo y la negatividad. Si bien en la historia de la filosofía occidental la contradicción ha sido motivo de reflexión desde sus mismos inicios (Heráclito, Platón, Plotino, entre otros) el espíritu de la época la entroniza como llave maestra de la razón recién con la Revolución Francesa y a través de la dialéctica hegeliana. El motor de la negatividad como fuerza histórica es fundante de la modernidad. Por primera vez la realidad del presente, la objetividad dada, se ve desde lo que la niega. El mundo aparece en su precariedad desnuda, el orden dado se muestra carcomido por su insostenibilidad, la filosofía es una filosofía “del futuro” (Feuerbach) es la filosofía que ve lo que es desde lo que aún no es[i].
Hay entonces una primera certeza: la realidad es contradicción y solo se abre al pensamiento que sabe lidiar con ella y ese pensamiento es la dialéctica. Los tumultos de masas, las guillotinas francesas se convierten en dialéctica entre los intelectuales alemanes.
Así como el corset de los estamentos feudales, las jerarquías esclerosadas, son removidas por la revolución y emerge una sociedad que se produce a sí misma sin ningún fundamento suprasocial (Dios, Tradición, Linaje), el corset del pensar lógico metafísico es removido del pensamiento y emerge una filosofía donde no hay puntos de partida solo la negatividad llevada a sus últimas consecuencias. La sociedad que se produce a si misma a través del antagonismo es una sociedad de clases. El pensamiento que solo acepta la negatividad es la dialéctica. La experiencia de la relatividad de las posiciones jerárquicas (clase) y la libre autodeterminación de las reglas (democracia) son la tierra fértil para el cultivo del pensamiento sobre el poder de la negatividad.
En Gomez (2019) se puede ver una reconstrucción de la relación estrecha de la dialéctica con la modernidad. Clase y antagonismo parecen haber llegado juntos. El antagonismo de las clases es la forma de entender la autoproducción del orden social tanto como partir de la contradicción y la negación es la forma de entender la autoproducción del pensamiento.
Pero Hegel intentó hiperevolucionar el pensamiento solo para relegitimar el statu quo del antiguo régimen.
Sería el  joven Marx quien tirándole ácido a las elucubraciones repugnantemente inconsecuentes de Hegel,  llevaría la dialéctica a completar el proceso de modernizar el pensamiento social.
Pero aquí hay otra certeza: en la obra de Marx los  conceptos de contradicción y antagonismo aparecen como objeto de reflexión antes que clase y modo de producción.
El ajuste de cuentas con la dialéctica hegeliana precede por algo más de un año a la primera mención de Marx al proletariado como clase (1844), luego de tomar contacto con el movimiento obrero socialista francés. El tratamiento del antagonismo es previo al de clase. La secuencia cronológica del problema teórico es: revolución francesa, idealismo alemán/dialéctica crítica, organización  proletariado francés, concepto de clases y modos de producción.
El texto obligatorio de Gomez (2019) resume y polemiza sobre los orígenes y la especificidad de la crítica marxiana a la dialéctica hegeliana. Allí es preciso detenerse en el también obligatorio fragmento de Marx llamado “excurso sobre la dialéctica”. En ese fragmento el casi imberbe Marx propone las diferencias fundamentales que deslindan su dialéctica como instrumento teórico respecto de la de Hegel. Aunque a lo largo de su biografía intelectual este tema tendría una trayectoria sinuosa y cambiante, considero que es un texto muy importante para nuestros propósitos teóricos y para interpretar la trayectoria del pensar del propio Marx y del marxismo en  general respecto del análisis del antagonismo. Nociones como contrariedad y contradicción; oposición lógica y oposición real; oposición a nivel de existencia diferenciada y oposición a nivel de esencia genérica, si  bien son formulaciones típicamente filosóficas, constituyen esquemas que se trasponen a la teoría social y permiten aclarar un conjunto de ejes de debate históricos en nuestro campo disciplinar. Sobre todo teniendo en cuenta a mi juicio que los pocos que trabajaron sobre este texto tanto dentro como fuera del marxismo (Colletti, Laclau, y Dotti) lo han hecho de maneras completamente equivocadas.
Este excurso muy poco conocido y poco citado en la Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel (pp. 110-112) y la mas conocida crítica a la dialéctica hegeliana en el final  del 3er. Manuscrito de los Manuscritos de París (pp. 410-432) son textos tempranos que permiten aclarar de manera directa la especificidad de la dialéctica marxiana frente a Hegel pero también de manera indirecta frente a las críticas tradicionales a la dialéctica.
La tesis del excurso podríamos resumirla así: todo elemento está sometido a una doble negación, por un lado, el extremo opuesto de su existencia diferenciada, del cual se alimenta; y, por otro, un principio que se le opone esencialmente, le carcome sus condiciones de posibilidad y amenaza hacerlo imposible. Esta lógica tiene un corolario político bien claro: para confrontar algo no hay que refugiarse en el polo opuesto, sino auscultar en la dinámica de lo real qué nuevo principio hace imposible lo que sostiene los dos polos.
Otro de los ejes de reflexión sobre la forma naciente del pensar el antagonismo viene de la pregunta por el locus, el dónde anida la raíz del antagonismo, dónde hay que buscarlo. Respecto a esto, ya tempranamente en el “Manifiesto” aparece una dualidad irresuelta: ¿la historia es la de los modos de producción impelidos por la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción o es la historia de la lucha de clases impelidas por el antagonismo entre los hombres? La querella de la sociología académica contemporánea entre agencia y estructura, tiene remotos orígenes.
La trayectoria del pensamiento de Marx es sumamente escurridiza. Cuando aparece por primera vez la mención a la clase del proletariado en la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, asume la figura de clase-universal en su negatividad con un horizonte de redención histórica. El proletariado aparece aquí como el mesías portador de modernidad, como principio genérico antagónico a la “vieja” sociedad en decadencia que tiene por destino sucumbir ante su lucha. En los Manuscritos de París apenas meses después el “trabajo” aparece como extremo opuesto a la propiedad privada industrial dentro del principio genérico de la sociedad burguesa. Entre este texto y los MEFP se opera un cambio importante: la clase pasa de ser analizada como contradicción a nivel de esencias a contradicción inmanente a nivel de existencia diferenciada del capitalismo industrial. Posteriormente en la maduración progresiva de su analítica del Capital la lucha de clases tiende a ser vista como la especificación a nivel de existencia diferenciada del  principio, la  “lógica”,  autocontradictoria de acumulación de valor.
¿Cuál es el domicilio principal del antagonismo? ¿dónde reside la negatividad?  La dialéctica queda seducida por la indetenible acumulación de capital y la teoría pasa del trabajo enajenado a la del valor y la fuerza de trabajo como mercancía. Las clases se convierten en “personificaciones” del Capital y del Trabajo que a su vez se vuelve “capital variable”.
En su obra cumbre la reivindicación enfática del “viejo Hegel” y la dialéctica hace las cosas muy claras: método dialéctico y acumulación de Capital ... “las clases te las debo”, diría Mauricio. Y esto no es chiste: dejó inconcluso luego de media página el Cap. LII sobre las Clases y Engels sorpresivamente no se animó o no intentó completar al menos alguno de sus puntos suspensivos.
A lo largo de la conformación de la sociología occidental esta antinomia sobrevive hasta nuestros días: estructuralismo (Althusser)/culturalismo (Thompson); subjetividad (Escuela de Frankfurt)/ racionalidad (marxismo analítico); política (Gramsci)/economía (Kautsky); lucha de clases (operaismo)/acumulación (escuela lógica del Capital).
La sociología académica ha optado por desdialectizar todo y optar por un ensamblado “constructivista” tipo catch all: la teoría de la estructuración de Giddens, de la integración social y la integración sistémica de Habermas, del campo de Bourdieu, intentan evadir la antinomia por el expediente de conciliarla. Las clases se ven como una construcción de ensamblado secuencial de dimensiones: estructura -  formación de colectivos - conciencia e identidad – lucha y conflicto. Se abusa de un “relacionalismo” metodológico en qué todo está ligado a todo, pero con ello se logra más eficiencia para describir y para explicar la estabilidad y la conservación pero mucho menos para entender el cambio y la disrupción.
Finalmente las corrientes posmodernas y posclasistas provenientes del posestructuralismo (Laclau, Derrida, Butler) renuncian a teorizar sobre lo real y se focalizan en las representaciones y el discurso. Todo es antagonismo pero disuelto en una contingencia que repele toda idea de necesidad histórica. Nada es punto de apoyo ni de partida, el antagonismo no tiene un locus privilegiado. El posmodernismo ayudó a politizar la vida privada (la hizo mucho más transparente a los múltiples antagonismos que la atraviesan) pero a costa de despolitizar el capital y de orientarnos acerca de dónde y cómo podríamos cambiar el orden social.
En definitiva, lo que vemos en los fundadores del marxismo es que la problemática de las clases tuvo un notable peso en el análisis histórico de coyunturas pero una sistemática subteorización.  Posteriormente tanto la dialéctica como las clases fueron en buena medida abandonadas o menospreciadas de diversas formas por las corrientes del marxismo occidental que se lanzaron a la búsqueda de otras paternidades teóricas y filosóficas.
¿hay un locus de negatividad radical desde donde entender lo real histórico y actuar? ¿estamos condenados a articular negatividades de manera contingente? ¿qué aporta el pensamiento latinoamericano? Para contestar tenemos varias clases y cientos de páginas por delante ¿no?... virus mediante claro.   


[i] La lógica formal, el código de las leyes del pensar correcto, es un requisito de rigor pero no sirve más que para posibilitar la comunicación con reglas operativas comunes (“todos debemos razonar correctamente”), y no nos acerca ni un poquito hacia lo real: si la realidad es contradictoria el pensamiento que pretenda captarla deberá ser consistentemente… contradictorio!!!. La dialéctica y el imperio del principio de contradicción que supone no descarta la lógica formal sino solo la circunscribe a un papel puramente instrumental y limitado.


Texto de apoyo Unidad V- Aproximaciones al análisis de clase y los antagonismos en las sociedades latinoamericanas contemporáneas

 2 Links para la bibliografía Unidad 5   https://drive.google.com/drive/folders/1fFl4eZkp5OLyNMZZslu7sR1PMLY8p66z?usp=sharing https://drive....