martes, 23 de junio de 2020

Ejemplo de trabajo en el Voicethread sobre el texto de Ossowsky

https://voicethread.com/share/14665153/

Lucía comenzó un "hilo de voz" con el texto de Ossowsky, uno de mis preferidos, y yo acabo de agregar cosas al texto. Sirve no solamente para que Uds. agreguen sus cosas al texto sino para que incorporen los textos del TP 3 y podamos trabajarlos así. 

TRABAJO PRACTICO UNIDAD 3 (COLGAR ANTES DEL 7/7)


TRABAJO PRACTICO UNIDAD 3 (COLGAR ANTES DEL 7/7)

En esta unidad 3 problematizamos el concepto de clases desde tres ángulos: las contradicciones lógicas internas del concepto en la sociología estándar (inconsistencia entre abierto y cerrado, determinado como objetivo pero determinante, etc); los fenómenos históricos de largo plazo (posfordismo, posmodernismo, despolarización social, etc.) que contradicen los análisis clasistas; los fenómenos contemporáneos de nuevas formas de diferenciación social dura (etnicidades, género, nacionalismos, populismos, etc.) que se presentan como alternativos sustitutos al análisis clasista.

De acuerdo a esto y a las lecturas realizadas proponga respuestas:

1)¿Es posible salvar el concepto de clase social de las contradicciones internas que arrastra (entre el carácter formalmente abierto pero fácticamente cerrado, objetivamente determinado pero determinante del cambio social, etc.)?. Alternativa más fácil: elija el texto de Gomez “Miserias del concepto de clase…” y a través del Voicethread haga sus comentarios, críticas, refutaciones, objeciones, ejemplos y propuestas en la forma que quiera (otros textos, links, ejemplos, sus propios comentarios en audio, lo que quiera).  

2)¿Es posible un análisis articulado de las determinaciones clasistas con las de género, etnia, nación, pueblo, etc.? ¿debería haber primacía para la categoría clase?. Alternativa más fácil: elija alguno de los textos de Zizek o Laclau o Holloway y a través del Voicethread haga sus comentarios, críticas, refutaciones, objeciones, ejemplos y propuestas en la forma que quiera (otros textos, links, ejemplos, sus propios comentarios en audio, lo que quiera).

3) La divisoria fundamental que introdujo entre los negros el éxito parcial de la abolición de la esclavitud en la Argentina ha transformado el panorama cultural. Aparentemente los negros podrían asimilarse en términos de igualdad a la sociedad, procesando una nueva identidad: “la afroargentinidad”. ¿Estos nuevos hombres y mujeres libres,   pudieron construir otro segmento distintivo en la estructura de clases? ¿Cree que la abolición de la esclavitud gestó una “infraclase negra” en la sociedad argentina? ¿Por qué?     


Texto de apoyo: S. Lash y M. Castells. Infraclase, guetificación etnica y sociedad red


Texto de apoyo: S. Lash y M. Castells. Infraclase, guetificación etnica y sociedad red.

Por Lic. Vanesa Da Silva

Scott Lash. Espacios ingobernables: La infraclase y los guetos inmovilizados

Scott Lash analiza como se desarrolla la cultura con los cambios en los sistemas productivos tras la informatización. Las nuevas formas de comunicación apoyadas en formas virtuales y sostenidas por las tecnologías de redes, tienden a borrar las fronteras de lo público y lo privado. Los cambios en lo comunicacional, en términos de pensar una nueva manera la organización de la información, genera la posibilidad de pensar otras formas de lucha colectiva, donde lo simbólico no ocupa el último lugar.  En este sentido, reflexionar sobre el activismo virtual, a la hora de visualizar demandas sociales, nos lleva a pensar sobre los nuevos espacios que ocupa tanto la información como los medios de comunicación. La desigualdad social, pareciera entenderse mejor en términos de exclusión más que de explotación. Reflexionar sobre las tecnologías de información y su incidencia para el cambio social, implica además pensar en las condiciones de acceso a las mismas.

La nueva organización del trabajo logra un desplazamiento de la vieja clase obrera, concentrada en actividades manuales por la nueva dinámica de la fuerza de trabajo, esta clase obrera es removida de sus espacios a causa de los altos niveles de información y conocimiento. Se genera así una nueva división del trabajo.

Los trabajadores afroamericanos, habían logrado en la generación anterior junto a un Estado benefactor y un modo de producción centrado básicamente en la fábrica de línea de montaje, cierto ascenso social. En este sentido surge lo que Lash  denomina  la "infraclase": nuevos trabajadores desprovistos de un capital cultural necesario para integrarse a las nuevas modalidades de la producción y que ya no cuentan con los antiguos centros fabriles.  

Los “guetos inmovilizados” de la infraclase son fruto de la desindustrialización y del despliegue de la sociedad informacional.

Las infraclases hacen referencia a nuevas formas de desigualdad social. Pertenecer a ellas significa quedar fuera de las oportunidades que definen el éxito de acceder una ciudadanía plena. Las mismas se sitúan en la periferia del sistema económico, agotadas sus oportunidades de poder, de ingresos y nivel de vida. Despojadas de mecanismos de influencia social y con dificultades organizativas, las infraclases no pueden ser definidas como clase social en sentido estricto.


Manuel Castells: La desvinculación étnica: raza, clase e identidad en la sociedad red

Castells trabaja con conceptos imbricados en experiencias históricas. En su corpus, que constituye un recorrido por la identidad de los afroamericanos, el concepto “etnicidad”, por un lado, opera como esquema de diferenciación, es el sustento de   luchas sociales, pero también fundamento de la irracionalidad de la limpieza étnica en muchas sociedades.  Por otro lado, la raza que sigue siendo parte de una controversia política, junto a la etnia, son el eje del dinamismo en la sociedad norteamericana.  

A saber: en tanto la raza sigue señalando conductas opresivas y discriminatorias, la etnicidad pierde su singularidad para fundirse con esquemas más amplios de sentido como la religión, la nación y el género. La polarización en la comunidad afroamericana está marcada por los defensores de los derechos civiles de los años 60´s, que de la mano de programas de beneficencia posibilitaron el surgimiento de una clase media afroamericana educada. A pesar de este ascenso social, la década del 90 da cuenta de la formación de una “infraclase negra” que vive bajo la línea de pobreza en peores condiciones que en los años 60´s. 

Esta infraclase surgió tras el efecto de “una economía de la información desequilibrada, de la segregación espacial y de una política pública errada”. La sociedad de la información demanda conocimientos, educación y va desechando los trabajos manuales, generando la exclusión de los negros del mercado laboral. La clase media negra se desplaza del centro de las ciudades dejando a disposición nuevos pobres urbanos. La elite política negra recibe los votos de los pobres urbanos, en tanto otorgue programas sociales; la función de esta elite es mediar entre el mundo empresarial, la clase política y los pobres de los guetos. Por otro lado, el porcentaje de delitos de los afroamericanos es mucho mayor que el de los hombres blancos. Esta carrera del delito de los afroamericanos deja al descubierto otra realidad: la mujer como sostén económico, ama de casa y madre de familia, ante un padre ausente que habita las cárceles. Esta división en la estructura de clases genera una profunda transformación sobre la identidad afroamericana; los negros estadounidenses son tanto africanos como americanos, en el sentido de compartir fundamentalmente la huella de la esclavitud. 

Para superar esta tensión de una sociedad que enarbolaba los ideales de libertad y que se fundó en base a una economía esclavista, debió negar en principio “la humanidad de los negros”, porque a los no humanos se les podía negar la libertad, en una sociedad que predica “que todos los hombres nacen iguales”. El fundamento de la identidad de la cultura negra nació de esta tensión: “la de la invisibilización y su falta de nombre”, de este modo tuvo que superar su autodestrucción, y lo hizo con éxito.

La etnicidad pierde sentido a la hora de generar cambios en la sociedad red, porque sus lazos se desvanecen cuando se apartan de su contexto histórico, no edifica la reconstrucción de sentido “en un mundo de flujos y redes, de recombinación de imágenes y de reasignación de significado.”  Las etnicidades se reprocesan, según una nueva lógica de informalización/globalización de las culturas.

Texto de apoyo: las clases en neomarxismos y posmarxismos


Texto de Apoyo: Neomarxistas, posmarxistas y otros…

Daniel Contartese

John Holloway es uno de los fundadores de la corriente que se conoce como Marxismo Abierto, ésta no es una escuela científica o filosófica en los términos académicos tradicionales. Se opone al marxismo soviético, que convirtió al marxismo en una teoría de Estado, como también al marxismo estructuralista (apologético de la realidad existente). Para esta corriente lo importante no es lo científico, sino la crítica. La crítica ad hominen, es decir dar una base humana al contenido de la crítica. Y para eso es necesario “dudar de todo”, hasta del propio Marx, ya que también era humano, Por ello se abocan a leer nuevamente sus textos y, a dudar de ellos. Y la duda tiene un contenido explosivo. Solamente los que dudan de la apariencia del mundo pueden llegar a conocer realmente el mundo[1].

Para JH el capital es una relación social y, por lo tanto, también la clase lo es. Por ello es tan importante indagar la distinción entre fetichismo y fetichización, ya que esa diferencia permite tener una visión del mundo en términos de dominación o en términos de lucha. Si el fetichismo es un hecho establecido con el nacimiento del capitalismo y continuará existiendo hasta que éste sea destruido, las categorías del marxismo deben ser entendidas como categorías cerradas, categorías que establecen el funcionamiento de un modo de dominación. En cambio, si el fetichismo es visto como un proceso de fetichización, es decir, que las relaciones sociales están y no están fetichizadas, su producción y reproducción es un proceso antagónico en el cual la fetichización de dichas relaciones, se opone siempre a tendencias fetichizantes. En este caso, la dominación capitalista es la lucha por fetichizar, por lo tanto fetichización y lucha no pueden ser separadas.

Esto es central para el concepto de clase, ya que la mayoría de las miradas sobre la clase se basan en el presupuesto de que las formas fetichizadas están preconstituidas. La relación entre capital y trabajo se toma como si fuera una relación de subordinación. Por ello, la lucha de clases implica, definir primero a la clase trabajadora y luego ver si lucha y cómo lo hace. En este enfoque la clase obrera, es definida de esta manera por estar subordinada al capital y una vez definida puede ser identificada como un grupo particular de personas, factible de ser tomada como objeto de estudio.
Para JH de aquí surgen una serie de problemas: hay una cuestión de pertenencia ¿pertenecemos los docentes a la clase trabajadora? ¿pertenecen a ella los movimientos sociales? ¿las feministas, son parte de la clase trabajadora?. El segundo problema, es la propia definición de las luchas, ya que de la clasificación de los grupos que integren la clase se derivará la caracterización de sus luchas: la definición de clase especificará el antagonismo que el que define percibe o acepta como válido. Al definir la clase trabajadora, se la constituye en un “ellos”.

En cambio, si se asume que la fetichización es un proceso, cambia nuestra visión de la clase. Desde este punto de vista, el capitalismo es la generación siempre renovada de la clase, la siempre renovada clasificación de las personas[2]. La existencia de las clases y su constitución no pueden estar separadas: decir que existen clases es decir que se encuentran en proceso de estar siendo constituidas.

La constitución de clase debe ser vista como la separación del sujeto del objeto. El capitalismo es la diaria repetición de la separación violenta del objeto respecto del sujeto, el diario arrebato del objeto de su creación, pero también de su acto de creación y de su creatividad, de su subjetividad, de su humanidad. Este arrebato, esta separación no es una característica específica del momento de la acumulación originaria, es el corazón mismo del capitalismo. Por lo tanto, la lucha de clases es la lucha por clasificar y contra ser clasificado, al mismo tiempo que, inseparablemente, la lucha entre clases constituidas. Es un incesante y diario antagonismo entre alienación y desalienación, entre definición y antidefinición, entre fetichización y desfetichización. No se lucha como clase trabajadora, se lucha en contra de ser clase trabajadora, en contra de ser clasificados. No habría nada positivo en ser miembros de esta clase, en ser ordenados, separados de nuestro producto y de nuestro proceso de producción, de ser separados de nuestra humanidad.

Cómo funciona el trabajo en la clasificación. El trabajo puede ser entendido como trabajo alienado (labour) o, de manera más amplia, como actividad voluntaria y creativa (work). El trabajo (alienado) es la producción de capital y la producción de capital es la producción de clases, la clasificación. La producción de capital es, además, producción de plusvalía, explotación. Si no hubiera explotación, no habría producción de clases. La explotación no es solo la explotación del trabajo, también es la transformación de la creatividad humana en trabajo, la simultánea de-subjetivación del sujeto, la deshumanización de la humanidad. Lo central entonces, no es el trabajo (alienado), es la creatividad, la cual existe incluso dentro y más allá del trabajo alienado. Comenzar desde el trabajo abstracto (como en los estudios sobre el trabajo o el debate sobre el trabajo) es encerrarse en un mundo fetichizado, donde cualquier proyección de un mundo alternativo aparece como pura fantasía.

JH señala que el capitalismo requiere una subordinación cada vez más completa de la humanidad, una clasificación cada vez más profunda de la existencia, es decir, si la explotación y la deshumanización que ésta implica no se intensifican constantemente, hay crisis. La crisis entonces es el resultado de la resistencia general al impulso del capital hacia una subordinación cada vez más profunda de la humanidad. Por ello, lo que existe como resistencia a este avance del capitalismo, no es nuestra existencia como clase trabajadora, sino nuestra lucha en contra de ser clase trabajadora.
Laclau tiene una mirada totalmente diferente. En primer lugar, para su enfoque teórico es central la noción de discurso, ya que todo sistema de significación sigue un modo discursivo. Para ello se debe tener en cuenta que entender un término significa entender la diferencia con otros términos. Es decir, la significación siempre va a estar ligada a la noción de diferencia. Asimismo, hace falta definir los límites, porque si no en un sistema demasiado grande, cada término no va a significar nada. La posibilidad de un sistema de significación depende de sus límites. Pero para definir un límite necesito saber qué es lo que está más allá del límite. Lo único diferente fuera del sistema es aquello que está excluido del mismo sistema.

Toda identidad es algo diferente pero también equivalencial. Son equivalentes en cuanto a su rechazo común a la identidad excluida. Por ejemplo, en el actual gobierno neoliberal, hay varios grupos diferentes que se encuentran excluidos de él: los trabajadores informales, los científicos, los docentes universitarios, los pequeños productores, los mapuches, los trabajadores, etc. Todos son diferentes, pero son equivalentes en cuanto a su hostilidad común con el gobierno macrista. Desde el punto de vista de cada uno, son diferentes, pero desde el punto de vista del régimen son equivalentes.

Si uno de estos elementos, sin dejar de ser un elemento en particular, asume la representación de la totalidad, es una relación hegemónica. Todas las demandas deben encontrar un denominador común, pasando a ser la demanda de algo más amplio, es decir, pasa a ser la demanda hegemónica. Esa demanda se transforma en el significante vacío. Un elemento tiene que deshacerse de las características específicas para representar la totalidad. El pueblo, según Laclau, se constituye cuando hay una cadena de equivalencias en las demandas. “El pueblo” no constituiría una expresión ideológica, sino una relación real entre agentes sociales; es decir, el pueblo es una forma de constituir la unidad del grupo.

Existen dos tipo de oposiciones, la oposición real: A distinto a B (ej.: el choque de dos autos, cada una de los elementos tiene una entidad propia y diferente), la oposición lógica: A - no A (Ej.: esto es un lápiz, esto no es un lápiz). Laclau rechaza que las estructuras estén definidas por la oposición lógica. Entre el capital y trabajo existe antagonismo, pero hay que buscarlo en las construcciones discursivas. Las reacciones ante las adversidades pueden ser diferentes no dependen de las estructuras. Las clases existen, pero son sólo un discurso más, que no necesariamente es antagonista. El mero monopolio del discurso no genera de por sí el triunfo del antagonismo. El discurso no es autosuficiente. Todo discurso tiene un límite. Además hay hechos que ocurren que los discursos no logran verbalizar.

Laclau tiende a poner al discurso en el lugar que los marxistas ortodoxos le daban a la estructura. Pero los discursos que son verdaderamente importante son aquellos que cambian el discurso.
Para finalizar de definir el populismo se deben tomar en cuenta tres aspectos:
1.       Por “populismo” no es un tipo de movimiento sino una lógica política. La lógica social es entendida como un sistema de enunciaciones, de reglas donde algunos objetos son representables y otros son excluidos. Las lógicas políticas están relacionadas con la institución de lo social y éstas surgen de las demandas sociales y, por lo tanto, son inherentes a cualquier proceso de cambio social. Este cambio se produce mediante la articulación de la equivalencia y la diferencia y el momento equivalencial presupone un sujeto político global que reúne un conjunto de demandas sociales. Y esto a su vez implica la conformación de nuevas fronteras internas y la identificación de un “otro” institucionalizado.

2.   Si la construcción del pueblo es una construcción radical, la heterogeneidad de las demandas va a seguir existiendo. El momento de la unidad se dará en el nivel nominal y no en el conceptual y por ello los límites de las demandas que va a abarcar y las que va a excluir se van a desdibujar y van a dar lugar a un cuestionamiento permanente. Por ello, un discurso populista siempre va a ser impreciso y fluctuante. También hay que tener en cuenta la cuestión del afecto, éste significa una discontinuidad radical entre un objeto y otro.

3.    Sólo cuando una demanda particular no está satisfecha es que puede establecerse la solidaridad con otras demandas insatisfechas, es decir sin la presencia activa de lo particular no podría haber cadena equivalencial.

En su crítica a Laclau, Zizek lleva adelante una significativa defensa de un retorno a la politización de la economía, contra los teóricos que descartan su prioridad política proponiendo que no hay otra más importante o fundamental. Esto no supone una defensa del determinismo económico, ni una defensa dogmatica de la lucha de clases. De esta manera critica las posiciones teóricas de quienes se olvidan o dejan de lado la lucha anticapitalista y se contentan con una lucha reformista por ampliar derechos, radicalizar la democracia y corregir un poco la distribución del ingreso.

Por ello realiza una crítica al culturalismo. Todas las reivindicaciones que son, según Z culturales (feminismo, ecologismo, etc.) en última instancia lo que han hecho es naturalizar y consolidar el capital. Y esto es no ir a la raíz de los problemas de nuestra época.

Con respecto a la discusión con Laclau, habría que señalar que se oponen dos posiciones. Una que señala que es necesario partir de las diferentes luchas sociales, de la pluralidad de las luchas sociales, que sería el caso de Laclau. Es decir, las grietas del sistema se diseminan y generan un malestar difuso. En cambio Zizek dice que, más allá de esa pluralidad de descontentos, más allá de estos movimientos plurales y diversos, hay una fuerza prioritaria que sería la de la clase obrera. Se podría resumir de la siguiente forma: primacía, prioridad o privilegio de la clase trabajadora versus diferentes movimientos sociales y luchas dispersas y fragmentadas. La tesis de Zizek es que justamente por no dar el paso al concepto de clase, esas luchas terminan siendo inoperantes, funcionales al sistema. La lucha del ecologista que quiere tener manzanas ecológicas termina siendo funcional y estructural del sistema. La lucha feminista que reivindica una identidad femenina y que aísla ese movimiento en relación con otras luchas también se termina convirtiendo en una defensa progre de un feminismo elitista que deja de conectar con otras luchas. Y así sucesivamente.

Otra diferencia central entre ambos autores es entre la posición que parte de la pluralidad o que trata de construir la totalidad, la cartografía de totalidad, desde las diferentes luchas sociales y el planteamiento que ya de entrada se ubica dentro de una cartografía de la totalidad. La forma de entender la totalidad en un marco u otro. Para ello es importante recordar el concepto de hegemonía gramsciano, que implica la articulación de un bloque histórico entorno una clase dirigente y no la simple adición no diferenciada de la categoría de descontentos. La necesaria formulación de un proyecto político capaz de solucionar una crisis histórica de la nación y del conjunto de las relaciones sociales. La discrepancia entre Zizek y Laclau se debe al lugar protagónico o no de la clase. Si esas luchas sociales o esa articulación de las luchas sociales tienen que sintetizarse bajo el paraguas de la clase o si más bien hay que luchar y hay que hacer política desde la articulación de diferentes malestares o descontentos. Como vimos para Laclau la categoría de clase no es imprescindible, sino la multiplicación de las identidades representadas por los nuevos movimientos sociales e escribiéndolos en una cadena enumerativa, el proletariado pasaría a convertirse en un simple eslabón de la cadena y por lo tanto, perdería su papel protagónico. Señala que la aparición de los movimientos sociales han quebrado de manera irreversible el privilegio de la clase trabajadora para liderar el proceso. Zizek no entiende que haya que dar ese paso hegemónico, porque considera que tal paso le hace el caldo gordo al capitalismo. Piensa que abrir el espacio hegemónico, al estilo de Mouffe y Laclau, es erróneo porque ésta apertura nunca logra convertirse en una lucha realmente anticapitalista, y por tanto legitima y actúa como distracción a la espera de una política que se ocupe de lo realmente importante: la lucha de clases. Por esto dice Zizek: no acepto que los distintos elementos que se producen en la lucha por la hegemonía sean en principio equivalentes. Es decir, no acepto que la lucha GTBI, la lucha feminista sea comparable a la lucha de la clase trabajadora. Si se soluciona la lucha de la clase obrera se terminarán arreglando las luchas restantes. Siempre habrá un elemento, o una parte de la cadena, que la sobredetermine. Ésta contaminación del universal por el particular es más fuerte que la lucha por la hegemonía. Zizek señala que todos estos nuevos movimientos sociales y culturales, y todas sus reivindicaciones, al ser reivindicaciones de estilos de vida ya enmarcados por el sentido común del capitalismo, no ayudan a salir de él. No se puede promover ninguna articulación de malestares que pueda generar un cambio social, porque toda esa articulación, en tanto que cultural, no hace otra cosa que reforzar el sistema. Tal situación se produce porque el sentido común, el sentido ideológico, ya está determinado por el capitalismo.

Por su parte, Meiksins Wood realiza una crítica a lo que llama “nuevo socialismo verdadero” (NSV) representado por autores como Laclau y Mouffe, Hindess y Hirst y Stedman Jones que señalan que es la estructura discursiva del lenguaje político la que concibe y define el interés en primera instancia. Ellos afirman que los intereses materiales no existen de manera independiente, sino que se construyen a partir de la ideología y de la política, esto supone que los intereses materiales como tales no existen y tampoco existiría el concepto de clases. Pero MW señala que aún cuando no exista ningún tipo de ideología, programa o lenguaje político identificado con los intereses de los trabajadores, esto no cambia la naturaleza explotadora de la relación, ni tampoco cambia que sea mejor no ser explotado que serlo. Por ello, si los intereses materiales existen, queda el problema de cómo puede traducirse en términos políticos.

Según los pensadores del NSV históricamente ha habido una escasa conexión entre las condiciones materiales y las fuerzas políticas y si han existido ha sido de manera coyuntural. También dan a entender que no es necesaria la existencia de una conexión entre las condiciones materiales y las fuerzas políticas. Y además no parece haber objetivos políticos que exijan la movilización de fuerzas políticas basadas en clases sociales. Es decir, dado que las clases no tienen intereses y no son actores políticos, es posible elaborar una estrategia socialista sin hacer referencia a los intereses y a la lucha de clases. Si analizamos las luchas históricas de la clase obrera ¿hace falta aclarar que los trabajadores tienen un interés por no ser explotados? o ¿qué tal interés entra en conflicto con los intereses de los que lo explotan? La ausencia de discursos de clase explícitos no es la prueba de una ausencia de realidades clasistas y de los efectos que esto tiene en la formación de sus condiciones de vida.

Para MW la propuesta de no correspondencia entre la política y las condiciones económicas no logra desafiar el principio de que el camino para llegar al socialismo es la autoemancipación de la clase obrera por medio de la lucha de clases.


[1] Bonnet, Holloway y Tischler (comp.) (2005): Marxismo Abierto: Una visión europea y latinoamericana. Tomo I, Ediciones Herramienta, Buenos Aires.
[2] “El proceso capitalista de producción, considerado en su interdependencia o como proceso de reproducción, pues, no sólo produce mercancías, no sólo produce plusvalor, sino que produce y reproduce la relación capitalista misma: por un lado el capitalista, por otro el asalariado”. Marx, K. El Capital, Vol.I Siglo XXI editores, México.

martes, 2 de junio de 2020

TEXTO DE APOYO UNIDAD 3


La impugnación posclasista o las muertes de la clase

En esta Unidad vamos a repasar los principales argumentos en contra de la vigencia o validez de la categoría clase social.

En el texto mío se hace un repaso abreviado de 3 causas de muerte:

                 a) Epistemológica, en tanto que los conceptos colectivos son maneras de hablar que no aluden a entidades reales, lo que reduce el lenguaje de clase a agregados estadísticos útiles pero que excluye la posibilidad de asignarle acciones o identidades.

                 b) Ideológica, en la crítica de raíz  anarquista la clase aparece como la prisión conceptual del proceso de transformación social en solidaridad con los conceptos de Partido y Estado. Sería un concepto de pretensión totalitaria y mesiánica.

                 c) Sociohistórica: un cúmulo grande de procesos históricos desde fines del siglo XIX que van desmintiendo los pronósticos y las explicaciones en términos de clases: aparición de las clases medias, despolarización de la estructura social, proliferación del sector gerencial y técnico-profesional, alteración de la propiedad privada al convertirse en flujos accionarios por los cuales hasta los mismos trabajadores tienen acceso a la propiedad de los medios de producción.

La literatura habla de 4 grandes tendencias al desclasamiento en el capitalismo avanzado contemporáneo:

                 - el desclasamiento del voto y de las preferencias políticas e ideológicas ciudadanas;
                 - el cambio en la estructura económica a favor de los servicios y la información en vez de la industria y el trabajo manual (posindustrialismo);
                  - el cambio en la organización del trabajo con mayor implicación de los trabajadores y reducción de la carga manual y aumento de la mental (posfordismo); y
                 - el progresivo incremento del valor cultural e identitario del consumo y la educación como fuentes de identidad individual y colectiva lo que deja a la clase como débil estructurador de la conciencia (posmodernismo).

Crompton señala las dificultades de la sociología académica para alcanzar conceptos precisos y diferenciar clase de estructura ocupacional. El empleo se flexibiliza, las personas rotan permanentemente y tienen pluriempleo, las ocupaciones se redefinen por la aceleración tecnológica, avanzan los servicios a expensas del trabajo manual, etc. Además la estructura ocupacional lábil no explica por sí porqué la ocupación de lugares sigue patrones de género, raza, nacionalidad, edad, etc.
Aparecen fenómenos como el trabajo no manual degradado y rutinario descualificado y la “movilidad aparente o espuria” (mejor ocupación, pero iguales o peores condiciones de paga, protecciones y carga laboral).

El papel de la mujer es también un problema teórico y metodológico: su incremento espectacular en la composición de la fuerza de trabajo obliga a redefinir al hogar como unidad de análisis de clase, la pertenencia de clase no está tan nítidamente en la cabeza de familia, sino que es una construcción más compleja. Aparecen nociones borrosas como “clase conyugal” y problemas para asignar clases en hogares con doble inserción ocupacional contradictoria.

Por otra parte dentro mismo del marxismo aparecen corrientes posmarxistas/posestructuralistas que renuncian a la “objetividad” de los intereses y pasan a considerar que las identidades e intereses se constituyen en el “discurso”. El concepto de clase queda carente de fundamento “estructural” y avanzan nociones como pueblo y movimientos sociales que enarbolan nuevas formaciones discursivas en torno a demandas “no clasistas” ambientales, identitarias, de género, estilos de vida, etc. Lo mismo hacen los movimientos conservadores de nueva derecha: familia, valores religiosos, tradiciones nacionales, etc.

La estructura social se llena de posiciones ejercidas por empleados asalariados que cumplen funciones de control y dirección del resto de la fuerza de trabajo, son explotados al tiempo que auxilian a la explotación.  La llamada “clase de servicios” es leída como conservadora por algunos y como impulsora del capitalismo “desorganizado” por otros.

Se hace patente un déficit en la teoría de la acción de clase: la secuencia ESTRUCTURA-FORMACION SOCIODEMOGRAFICA – CONCIENCIA – ACCION O LUCHA, está viciada por la evidente influencia de factores como el consumo, los estilos de vida, el estatus, los procesos de segregación urbana de bases étnicas, las creencias culturales y religiosas, las distintas tradiciones o experiencias organizativas y de lucha colectiva, etc.

Se perfila una estructura de clases mucho más compleja que la dicotómica o la gradacional simple: una elite de poder concentrado que acapara los bienes estratégicos, una clase media profesional experta que gestiona y administra, una clase media rutinaria y descualificada crecientemente feminizada, una clase obrera heterogeneizada  que mezcla trabajo manual y no manual, precarizada y geográficamente dispersa, y una “infraclase” dependiente de asistencia pública y privada de derechos y bienestar mínimos.

Los textos de Furbank y de Pakulski son importantes porque exponen posiciones radicales de rechazo a la utilidad de la categoría clase como instrumento de análisis científico riguroso. Furbank opta por un enfoque cultural de los usos sociales del nombre "clases" como medio de diferenciación social en la cotidianidad de la vida histórica y le resta toda posibilidad a su conversión en categoría sociológica que pueda develar la “objetividad” de las relaciones sociales. La clase es una manera de hablar intencionada que produce el placer de la diferenciación de los otros.

Pakulski parte del análisis de la complejidad multifactorial de los procesos de diferenciación social del capitalismo contemporáneo y de la extrema inestabilidad dinámica de los mismos para concluir que una categoría estática como clase no puede ayudarnos. 

En mi libro y en la ponencia sobre las miserias del marxismo y el weberismo van a encontrar un argumento de inconsistencia lógica interna del concepto de clase tal como aparece en el paradigma fundacional. Por un lado, la ambiguedad de origen que no logra romper claramente con el concepto de estamento. Marx todavía es tributario de atribuirle a la clase un caracter cerrado de estamento.
Por otro lado, la sociología académica toma 3 axiomas del concepto de clase que se contradicen entre sí: el caracter formalmente abierto de las clases, los mecanismos de coerción impersonal que asignan posiciones a los agentes, y el papel explicativo central del cambio social e histórico.
1) Golpea los ojos la evidente incongruencia de "grupo formalmente abierto pero fácticamente cerrado".
2) Si las clases son colectivos producidos por efectos distributivos "forzados objetivamente", no podrían constituir colectivos efectivamente abiertos y si se mantiene que son colectivos abiertos, no tendría sentido explicarlos por distribuciones forzadas por criterios objetivos.
3) Si las clases son colectivos potencialmente privilegiados para explicar el cambio, entonces en algún punto inciden sobre las fuerzas objetivas como determinantes y así estas fuerzas dejan de ser "objetivamente” determinantes, ya que estarían expuestas a lo determinado. Si las clases son elementos históricos activos, no pueden ser objeto de explicaciones basadas en objetividades
y si son explicadas por fuerzas objetivas no pueden ser elementos históricos activos. 
4) La gran aporía del concepto "autofundamentado". Las diferencias "clasistas" son fundamentales para la explicación del cambio y el orden social. Si la vida social depende de ellas estamos ante un brutal pleonasmo, ya que lo que explica está incluido en lo explicado. La denotación de cambio u orden social en sentido estricto tiene por parte principal justamente la estructura de clases: ¿qué otra cosa distinta o más importante designa orden social que las diferencias que atraviesan la vida colectiva? 
Un mero examen de consistencia lógica entre los axiomas de las sugestivas y contradictorias herencias weberiano-marxianas, arroja que son nítidamente redundantes, paralógicas, autoexplicativas. 

Texto de apoyo Unidad V- Aproximaciones al análisis de clase y los antagonismos en las sociedades latinoamericanas contemporáneas

 2 Links para la bibliografía Unidad 5   https://drive.google.com/drive/folders/1fFl4eZkp5OLyNMZZslu7sR1PMLY8p66z?usp=sharing https://drive....